Prolegómeno

Prolegómeno del libro

Conocí al autor con ocasión de su estancia en Sidi Ifni cumpliendo con el SERVICIO MILITAR (la "mili", que se dice hoy – o más bien ayer...-). Fuentes y sus compañeros tenían otro concepto de esa visicitud.

Con él, como relata en un poema, pasé un año, parte de su "Mili". Yo era militar profesional (soldado voluntario, que se decía). Su condición de castellano nos hacía paisanos. Yo, nacido en Zamora, estaba unido a aquel querido territorio, luego provincia y luego nada, desde mi infancia.

Todo lo que nos cuenta de ese modo tan particular es tan sólo la crónica (que podría ser aún más cruda), de su paso por el territorio, pero tras ella asoma un particular y patriótico sentido del deber, así como el modo juvenil, ilusionado, íntegro y valiente de cumplirlo. A la que suma una visión muy real y enamorada, y a veces (casi siempre) dura, de verlo y sentirlo en la actualidad a través de sus repetidos viajes a Ifni, lugar tan querido por él.

A Daniel y a todos los Tiradores (picadores) bien dice, que como él dieron parte de su juventud por "aquello", rindo mi admiración, afecto y agradecimiento. El tiempo me hizo, al recordarlos, ver en ellos auténticos maestros de todo. Yo que conocí muy bien "aquello" puedo valorar, con sobrado conocimiento de causa, su entrega (su ilusionada entrega) al dedicar día tras día, por el hoy poco entendible orgullo de ser soldado de España en primera línea; y su afán, por hacerlo bien con un espíritu de sacrificio alimentado por la noble convicción de que ¡la Patria así se lo demandaba!.

Frío, hambre, equipo insuficiente, ropa destrozada, pulgas, piojos, chinches, tiempo sin cronómetro, noches enteras sobre cualquier fría vaguada o en la trinchera de alguna posición. Y con el sol...: mucho de pico y pala. Y así un día y otro día, un mes y otro mes, hasta dieciséis seguidos. Y sin pernoctas ni permisos, todo al coleto.

Cada tres o cuatro meses Daniel y el resto de aquellos especiales soldados bajaban a "descansar" a Sidi Ifni o a Id Nacus y, paradojicamente, "descansaban" sudando al redoble de Nuba mañana y tarde a ciento veinte pasos por minuto, tras sudorosas y agotadoras sesiones de instrucción en orden abierto. Entre ambas jornadas, judías pintas o blancas, patatas "como con carne" o salado bacalao, que era lo justo para el agua que no había. En aquel rancho "de a tres" con la marmita en el suelo como mesa y el sol como único sombrajo, y con alguna que otra seca naranja, si el mar y sus bravas siete olas habían permitido el desembarco de víveres. Y por las noches, para ir con brío de patrulla a las vaguadas, o estar de escucha en la posición, alubias a la vinagreta y lo de siempre, la consuetudinaria: leche con cacao.

En varias ocasiones nos hemos reunido Jefes, Oficiales y Suboficiales destinados en aquellas unidades con el autor y con otros soldados de aquella época, a invitación suya, y puedo asegurar que recibimos de ellos las mejores lecciones de Espíritu de Cuerpo, sublimación de recuerdos y demostración de memoria que no se aprende en ninguna Academia. Sin duda fruto de su afán de conocerlo todo para cumplir mejor.

Gracias soldados, TIRADORES; hemos aprendido, he aprendido mucho de vosotros.

"Soy valiente, soy soldado de España... Soy valiente y leal Tirador..." decía aquel himno.

Si nos quemó con el aire africano el orgullo de sentirnos españoles, hoy, pasada la "inocencia juvenil", vuestro estilo nos recuerda lo que llamamos: "orgullo de raza" y nos invita a pensar que, además de todo eso que Fuentes cuenta en sus poemas, algo más llevabais dentro que nos permite gritar con orgullo Vivas a nuestro Ejército y dentro de él, al Grupo de Tiradores de Ifni y resto de Unidades que allí lo dieron todo.

Y que AÚN NO HAN PEDIDO NADA

Sidi Ifni, el pequeño pueblecito joven y blanco, antesala del desierto, acostado a la falda del Bu La Alam, como buscando amparo de las Siete Olas, os debe, en gran parte, sus calles, sus casas, sus palmeras y su verde, que hicisteis aflorar tras ablandar con vuestro sudor su subsuelo rocoso, aquel carbonato (terror de los picos... El martillo neumático era impensable en la época) que luego permitía el blanco y el verdor de los que tanto presumió.

La Patria, ese ente lejano, pero tan recordado y querido allí, que por regiones vosotros traíais cada año, recibió de manos de un oficial vallisoletano (que Dios tendrá con Él) la última bandera ya descolorida por el sol. Entre sus pliegues hay, ¿cuántas cosas?: sangre, sudor y... Pero también la lealtad, el orgullo, el valor y la entereza de miles de hombres que, durante treinta y cinco románticos años dejaron atrás (que no de lado), en sus lejanos pueblos, a sus familias, hijos (!), trabajos, estudios, proyectos de futuro...

Y que AÚN NO HAN PEDIDO NADA

Hoy se pide antes de dar.

Diego LLAMAS SASTRE
Comandante

A José Daniel Fuentes Macho

  • Jasmines tus versos, perfumes
  • Ô poeta del desierto
  • Sin ornamentos
  • En tus verbos el hombre vivirá
  • Das y das y más das
  • A corazón que sabe,
  • Nunca te cansas
  • Igual que un camello
  • En su camino...
  • Lejos su mirada se va
  • Fija su meta...
  • Un día, una noche, sin parar
  • En la arena deja sus vuellas,
  • Nunca el viento borrará,
  • Tiendas bien atadas te cubran,
  • Estrellas resplandecientes guían
  • Sus destinos
  • Miles de lunas...
  • Andas sin ver atrás
  • Cuando llegas, sereno te quedas,
  • Huyes la exaltación...
  • Ô poeta tu obra quedará...
Mohammed Chaâra.
Larache el 10 de octubre de 2007